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La Frigiliana andalusí

No son muchas las noticias sobre Frigiliana que tenemos para los primeros siglos, ni muy significativas. Al estar alejada de los focos de conflictos más importantes, la Frigiliana andalusí vivió días de esplendor económico: la producción de la morera aseguraba el auge de la fabricación de la seda, recurso común a toda la Axarquía, que sobre todo durante los siglos XIV y XV se comercializaba por todo el Mediterráneo desde el puerto de Málaga con fama de ser de la mejor calidad. Otros productos habituales eran la almendra, el aceite, posiblemente la caña de azúcar, y la pasa, que todavía en la actualidad se produce en el pueblo con una calidad incomparable. Parece probable que se produjera vino, pues, aunque la religión islámica lo prohibía, en estas tierras del sur hay testimonios de su consumo a través de la literatura. Además, se aprovecharon las sierras colindantes para la ganadería y para la explotación maderera, como está documentado en la solicitud de permisos a finales del siglo XV, tal vez con fines navales.

También sabemos que los complejos sistemas hidráulicos que se crearon para el aprovechamiento agrícola del entorno de Frigiliana empezaron a construirse en estos siglos. Así, la creación de amplias redes de acequias que rodean el casco urbano y se reparten por los alrededores, hará posible llevar agua a los puntos de difícil acceso, que se aterrazan para ser cultivados, y a la lomas pendientes que rodean el pueblo hacia el sur, en su caída al mar. Se canaliza el agua de los ríos Higuerón y Chillar, y se lleva hasta el pueblo. De esta forma, el río Higuerón, que explicaba el asentamiento de los primeros pobladores en Frigiliana, sigue siendo el principal recurso hídrico de la ciudad durante la dominación musulmana.

Uno de los cronistas de la Guerra de los moriscos, Luis de Mármol Carvajal, contaba al respecto a finales del siglo XVI:

Por la parte del río de Chíllar se saca una acequia de agua con que se regaban las tierras y hazas de Frigiliana, que estaba en este tiempo despoblada, y pasa la acequia al pie del peñón, que era la ocasión principal que los movió a meterse allí, porque no se les podía quitar el agua sin grandísima dificultad.

Algunas de estas acequias, que se utilizaban para regar las huertas dedicadas básicamente al autoabastecimiento en bancales o terrazas, aparecen reflejadas en los documentos cartográficos del siglo XIX, como la acequia de Lizar y la de los Almachares. Todavía hoy encontramos algunas de ellas en funcionamiento, como la que discurre junto a los restos del castillo de Lizar, convertidas con los siglos en parte indisociable del paisaje de Frigiliana y en elementos clave del patrimonio tradicional en el entorno de la localidad.

A partir del siglo XV la presión castellana llega a los aledaños del reino de Granada, en el que se encuadra Frigiliana. La caída de algunas poblaciones que constituían la frontera entre cristianos y andalusíes supusieron una vía libre para la llegada cristiana a estas tierras de la Axarquía en 1485, pocos años antes de la caída de Málaga en 1487 y de la capital nazarí, Granada, en 1492.


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